sábado, 19 de junio de 2010

Bruce Lipton El entorno y nuestro ADN

Las células individuales son inteligentes pero cuando las células se agrupan para crear comunidades multicelulares acatan la «voz colectiva» del organismo, aun cuando esa voz ordene ciertos comportamientos autodestructivos.

Nuestros patrones fisiológicos y de comportamiento se ajustan a las «realidades» o las «verdades» de esa voz colectiva, ya sean creencias constructivas o destructivas.

La mente consciente es el «yo», la voz de nuestros pensamientos. Puede tener grandes visiones o planes de futuro llenos de amor, salud, felicidad y prosperidad

Mientras ocupamos nuestra mente consciente con pensamientos felices, ¿quién se encarga de dirigir la función?

El subconsciente.

¿Cómo se las apaña el subconsciente para dirigir nuestros asuntos? Justo como le han enseñado a hacerlo. Es posible que los comportamientos subconscientes que se llevan a cabo cuando no prestamos atención no sean creaciones nuestras, ya que la mayor parte de las conductas se han aprendido observando a otras personas. Puesto que los comportamientos realizados por el subconsciente no suelen estar vigilados por la mente consciente, mucha gente se sorprende al descubrir que son «iguales» que su padre o que su madre, las personas que programaron su mente subconsciente.

Cabe también la posibilidad de que los comportamientos aprendidos y las

creencias adquiridas de otras personas (de los padres, de los amigos o de

los profesores, por ejemplo) no estén de acuerdo con las metas de nuestra

mente consciente. El mayor obstáculo para conseguir el éxito en aquello que

soñamos son las limitaciones programadas en el subconsciente.

Estas limitaciones no sólo influyen en nuestro comportamiento, sino que

también pueden jugar un papel fundamental en nuestra salud y nuestra

fisiología. Como hemos visto antes, la mente juega un papel muy importante

en el control de los sistemas biológicos que nos mantienen con vida.

La Naturaleza no pretendía que la presencia de una mente dual se

convirtiera en nuestro talón de Aquiles. De hecho, esta dualidad nos ofrece

maravillosas ventajas en la vida. Piénsalo de esta forma: ¿qué ocurriría si

tuviésemos unos padres y unos maestros maravillosos que nos sirvieran

como modelos de vida, siempre involucrados en relaciones humanas de

beneficio mutuo con todos los miembros de la comunidad? Si nuestra mente

subconsciente fuera programada con unos comportamientos tan saludables,

¡podríamos tener éxito en nuestras vidas sin ni siquiera pro ponérnoslo

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